sábado, 22 de diciembre de 2007

Archivo 01

Han pasado dos días.
El agua está durando el doble, como es lógico, y también la comida. Más del doble, en realidad, pues no tengo apetito. ¿Podría alguien tener apetito? Yo no. Es difícil de explicar, tal y como yo lo veo, pero las cosas son más sencillas de lo que parecen. Suena a paradoja, lo sé. He tenido mucho tiempo para pensar. Sí, quizá saque algo en claro después de todo. Al final las posibilidades se reducen a dos simples opciones. Permanecer o salir. Permanecer… o salir. Fácil, ¿eh? Bueno. Lo sería si todo se limitara a obedecer a cualquiera de las dos premisas sin atenerse a ningún tipo de consecuencia. Las consecuencias son, de hecho, lo que lo complica. Conozco las consecuencias de la primera opción. Son terribles, nefastas. Son agónicas. Permanecer. Morir lenta y desesperadamente, eso es lo que significa permanecer aquí.
Él tuvo suerte. A veces aún le hablo, le digo lo afortunado que ha sido, el maldito. Pero no me contesta, y entonces me lío a patadas con su cadáver, que por cierto ya ha empezado a descomponerse. Dios, si no fuera por la estúpida rejilla del conducto de ventilación. Suerte, también, de las mantas. Si algo hay de sobra en este maldito búnker son mantas. Con la insignia del ejército y su lema “A Dios servimos”. De momento sólo han servido para “enterrar” en un rincón el cuerpo muerto del imbécil de Jenkins.
Como decía, ya hace dos días desde que la ha palmado. Jenkins, el viejo Jenkins. La mayoría le conocíamos por Jenkins el Gordo, justamente por ser todo lo contrario. Tres gorriones de plomo pesaban más que él. Da igual. Nadie le tenía en cuenta. De todos modos el cáncer le estaba matando.
Permanecer o salir. Él ya no tendrá que tomar esa decisión. Permanecerá en este lugar lo quiera o no. Eso ya nada lo cambia.
Lo bueno de que Jenkins haya muerto es que me deja a mí cierto margen para tomar una decisión. Si mal no he calculado, tengo hasta el miércoles; esto es, dentro de cuatro días, cuando la comida y el agua empezarán a escasear. Aunque, la verdad, si tengo que salir ahí fuera no querría hacerlo sin provisiones. Cabe la posibilidad de que encuentre comida y agua por aquí abajo, pero no quisiera perderme. Dios, eso sería peor que morir aquí dentro.
Tengo que estudiar bien mis opciones. Permanecer o salir.
¿Qué voy a hacer?